El Pensilvense | Ediciones septiembre de 2023
Director: Abelardo Cano
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LA Anécdota
Foto: Berardo Quintero
"El Pensilvense" No. 15 - abril 26 de 2022
VII - LA VISITA PASTORAL
Berardo Quintero
El templo de Pensilvania construido por el maestro Primitivo y que con el de
Salamina era un orgullo de la arquitectura religiosa de Caldas, fue destruido por el terremoto de 1.962. Sus 2 torres en segundos se fueron al suelo ante la mirada afligida de los pensilvenses.
Inmediatamente pasó el terremoto, el señor Arzobispo Arturo Duque Villegas nombró de párroco para Pensilvania al padre Cosme Cañas Carvajal, con instrucción de la curia para la construcción de un nuevo templo. El padre Cañas
contrató los servicios del arquitecto especializado en arquitectura religiosa David Vásquez, quien en corto tiempo presentó planos para realizar la obra. En muy poco tiempo el templo fue construido.
Un buen día estaba frente a la fachada y torre del templo don Salvador Murillo, ciudadano muy respetable de la población y quien se preciaba de tener algunos conocimientos sobre arquitectura religiosa. Se encontró en el atrio del templo con el padre Cañas y después de dialogar un rato, le preguntó don Salvador al padre Cañas:
-“Padre, cuando le va a construir la otra torre al templo”.
El sacerdote le contestó a don Salvador:
-“No señor, el templo no tiene sino una sola torre.
Es el estilo arquitectónico que determinó el arquitecto. La obra ya está concluida”.
-“Pero no padre –le arguyó don Salvador. Esto ha quedado muy mal. Yo no estoy de acuerdo. Es que un templo con una sola torre es como una mujer con una sola teta”.
LA Anécdota
Foto: Berardo Quintero
"El Pensilvense" No. 14 - abril 19 de 2022
VII - LA VISITA PASTORAL
Berardo Quintero
Se encontraba en visita pastoral en Pensilvania Monseñor Arturo Duque Villegas.
Después de que practicó la visita canónica y confirmó a centenares de muchachos, levantó el acta correspondiente y se dedicó a descansar.
En un día cualquiera, la madre superiora de una casa de descanso resolvió invitar al señor Arzobispo para que pasara un día de campo en compañía de las religiosas y los sacerdotes que lo acompañaban en la visita pastoral.
Se instalaron todos los visitantes en un espacioso patio donde se encontraba toda clase de animales domésticos, gallinas, palomos, piscos, pavos, perros, etc.
De pronto apareció un gallo corriendo detrás de una gallina y al pasar por enfrente del señor Arzobispo, pun se le montó encima ¡y taque!
Al ver esto la Madre Superiora entró en cólera y le gritó al gallo:
-“Gallo grosero, gallo infame, gallo inmoral, gallo atrevido, cómo se le ocurre practicar esta clase de cosas delante del señor Arzobispo”, y espantó lejos a los animalitos.
Entonces el señor Arzobispo le dijo a la monja:
-“Hermanita, hermanita. Deje tranquilos a los
animalitos que al fin y al cabo ellos no han hecho los votos de castidad”.
Fuente: Revista: Pensilvania Siglo XX No. 1 de noviembre 1 de 1995.
También del libro: Yo Soy Cano – Abelardo Cano.
LA Anécdota
Foto: Ofelia Bedoya vda de Cano
"El Pensilvense" No. 13 - abril 12 de 2022
VI - LAS COMADRES
Abelardo Cano
Manizales, capital del departamento de Caldas, es conocida como la pionera de las Ferias en América, título bien ganado en 1951 cuando se celebró la Primera Feria de Manizales, con una temporada taurina con carteles que anunciaban los mejores toreros del momento y los eventos culturales y musicales, desfiles
Tras de celebrar la feria año tras año, con una sola interrupción causada por desastres invernales, el evento se ha afianzado con el Reinado Internacional del Café, al que llegan las bellas representantes de países productores y consumidores del grano, que dan realce y majestuosidad a la ciudad. Dentro del marco actual de las festividades, se realiza un concurso muy popular llamado: “Concurso de Trovadores” en el que se elige al Rey de este género artístico. Para este concurso se traen orquestas internacionales que se presentan en el tablado oficial de la feria ubicado en la Plaza de Bolívar. También se montan tablados musicales y artísticos en los barrios de la ciudad.
Durante una de esas ferias, mi madre, en compañía de mi hermana Gloria Esperanza, estaba asistiendo a uno de los tantos eventos que se realizan en la plaza de Bolívar, y mientras los encargados del sonido hacían los arreglos pertinentes para la presentación del siguiente grupo musical, mi madre entabló conversación con una señora contemporánea suya. Luego de hablar de los hijos, de las promesas del gobierno, del estado de las carreteras, de lo cara que estaba la vida, de la inseguridad, de la falta de urbanidad de los jóvenes de hoy, de su poca consideración con los adultos, “bien sentaditos, no le ceden el puesto ni a una madre con su hijo de brazos” y así… incluyendo historias de sus familias, algo muy natural ya que con su charla creyendo que se conocían, que eran paisanas y muchas cosas más,
Luego de aproximadamente, 20 minutos de conversación, mi madre le pregunta a su nueva amiga:
-Pero, ¿usted es de Pensilvania?
Y ella le contesta:
Ah, usted, ¿no es de Salamina?”
LA Anécdota
Foto: Berardo Quintero
"El Pensilvense" No. 12 - abril 5 de 2022
VI - CURSILLO MATRIMONIAL
Berardo Quintero
De acuerdo con las normas del Concilio Vaticano II, toda pareja que quiera contraer matrimonio debe antes hacer un cursillo prematrimonial.
Para cumplir con esta obligación, el párroco de Pensilvania, repetidamente le dijo a la feligresía:
-“De ahora en adelante todo el que se quiera casar debe antes concurrir a un cursillo que se le dictará en la casa cural, cada mes.
Un sábado, llegó hasta la casa cural una tímida campesina con el fin de preguntar por el cursillo prematrimonial.
Tocó una puerta y salió un coadjutor y le dijo:
-“A sus órdenes, que necesita, en qué puedo servirla”.
La campesina, ante la presencia del padre, se tupió y se le olvido el término del cursillo prematrimonial.
El Coadjutor le dijo:
-“No se asuste, a qué vino, en que puedo servirla”.
La campesina le contestó:
-“Padrecito, es que yo me voy a casar y vengo para que usted me ensaye.
Indignado el sacerdote coadjutor le dijo a la campesina:
-”Usted está equivocada, aquí el que ensaya es el párroco; yo apenas taso el daño”.
Fuente: Revista: Pensilvania Siglo XX No. 1 de noviembre 1 de 1995.
También del libro: Yo Soy Cano – Abelardo Cano.
LA Anécdota
Foto: Berardo Quintero
"El Pensilvense" No. 11 - marzo 29 de 2022
V - EL BAUTISMO CAMPESINO
Berardo Quintero
A un matrimonio campesino de la vereda de “El Anime” le nació su primer bebé.
Por aquella época los niños eran bautizados inmediatamente después de que salían del vientre de la madre. Pues bien. Cortado el cordón umbilical del niño, lo envolvieron al estilo “tabaco” y el padre campesino se dirigió a pie hasta la
cabecera del municipio para que el sacerdote bautizara al angelito.
Llegado hasta el poblado se acercó al despacho parroquial y allí encontró al anciano padre Amador Ramírez a quien le solicitó el campesino le bautizara al niño.
Fueron hasta la pila bautismal, Revestido el padre con sus ornamentos de rigor, le dijo al campesino:
-“Con qué nombre va a bautiza a su criatura”.
-“Yo no sé padre”, le respondió el campesino.
Le dice nuevamente el párroco:
-“Es hombre o es mujer”.
Y el campesino le contestó:
-“Yo no sé padre”.
Y entonces, el cura enfurecido le dijo:
-“Búsquele, búsquele, búsquele”.
Fuente: Revista: Pensilvania Siglo XX No. 1 de noviembre 1 de 1995.
También del libro: Yo Soy Cano – Abelardo Cano.
LA Anécdota
Foto: Berardo Quintero
"El Pensilvense" No. 10 - marzo 22 de 2022
IV - LOS PREDIOS POLITICOS DE LOS RAMIREZ
Berardo Quintero
La ilustre casa de los Ramírez en el oriente de Caldas tenía en su tiempo bien definidos sus predios territoriales. En Pensilvania dominaba don Tulio, hasta el punto de que hubo un período constitucional del concejo cuyos integrantes de la Corporación eran todos de apellido Ramírez. Don Tulio Ramírez, don Marita Ramírez, don Alpidio Ramírez, don Luis Gonzalo Ramírez, etc. Etc.
Los predios de don Tulio abarcaban a Pensilvania y Samaná y por consiguiente todo el corregimiento de Bolivia.
A su turno, el doctor Bernardo Ramírez A. tenía sus cuarteles en Manzanares y sus dominios se extendían a Marquetalia, La Victoria y La dorada.
En un tiempo preelectoral el doctor Ramírez se sintió flojo para la convención conservadora de Manizales y resolvió invadir los terrenos de don Tulio.
Fue así como un domingo visitó a Bolivia, hizo varias reuniones políticas y pronunció su discurso lleno de promesas.
Conocedor don Tulio Ramírez de lo ocurrido en sus predios políticos, le puso a su hermano Bernardo el siguiente telegrama:
-“Pensilvania, marzo 26 de 1933.
Bernardo Ramírez Aristizábal
Manzanares-.
-Con qué derecho usted se atreve a invadir mis predios políticos. Respete.
Tulio Ramírez Aristizábal.”.
Recibido y leído el telegrama, el doctor Bernardo Ramírez A. se dirigió a la telegrafía de Manzanares y le puso a don Tulio Ramírez el siguiente telegrama:
-“Manzanares, marzo 27 de 1933.
Tulio Ramírez Aristizábal
Pensilvania
Cálmese hermano. Yo soy como los obispos que pueden decir misa en cualquier parte”.
Fuente: Revista: Pensilvania Siglo XX No. 1 de noviembre 1 de 1995.
También del libro: Yo Soy Cano – Abelardo Cano.
La Anécdota
Foto: Berardo Quintero
"El Pensilvense" No. 7 - marzo 1 de 2022
I - CARA DE ARREPENTIMINETO
Berardo Quintero
Existía en Pensilvania la estirpe de “Los Chócolos” y su exponente mejor era el viejo don Ramón Aristizábal. Cada día, el viejo “Chócolo” se sentaba en frente de su casa que quedaba situada en una de las esquinas de la plaza, con el único fin de ver pasar a las muchachas y a unas cuántas señoras para endilgarles un piropo o desvestirlas con una picarona mirada desde la cabeza hasta los pies, deteniéndose en los “arrecostaderos” y en “el sentadero”.
Diariamente, doña Clementina Jaramillo pasaba por enfrente de don Ramón “Chócolo” con el fin de hacer “la media hora” en la iglesia. Doña Clementina era poseedora de un cuerpo escultural adornado por un sentadero de dimensiones de reina, pero desgraciadamente tenía el rostro más feo y miedoso del mundo. Cada vez que pasaba doña Clementina por el frente de don Ramón, éste se le cuadraba y como de costumbre la miraba de arriba abajo. Esta conducta de don Ramón sacó de casillas a doña Clementina y un buen día plantó al viejo y le dijo:
-“Don Ramón, usted me tiene confundida con esa miradera, cada que yo paso por aquí. Ya no me aguanto más. Se corrige o le pongo en conocimiento de esta situación a mi marido.
-Don Ramón “Chócolo”, con toda tranquilidad le fue diciendo a doña Clementina. “Mira querida, no te enojes”. Es que vos tenéis cara de arrepentimiento y culo de tentación”.
Fuente: Revista: Pensilvania Siglo XX No. 1 de noviembre 1 de 1995.
También del libro: Yo Soy Cano – Abelardo Cano.
La Anécdota
Foto: Gloria Esperanza Cano Bedoya (Álbum familiar )
"El Pensilvense" No. 6 - febrero 22 de 2022
XVI - LA RECTORA DE LA NORMAL
Abelardo Cano
(Con base en la anécdota contada por Gloria Esperanza Cano Bedoya)
Muy conocida, estricta y respetada era la Hermana María Matilde, perteneciente a la comunidad de La Presentación y rectora de la Normal de Señoritas de Pensilvania. La Normal estaba atendida por las Hermanas Dominicas de la Presentación y anualmente llegaban a ella, hermanas de diferentes puntos del país. Además para suplir algunas vacantes contrataban a personal docente y capacitado, del municipio.
En el pueblo, como ya he dicho en otros artículos, existían cantidad de bares, cantinas, fuentes de soda, etc. En la plaza principal había una fuente de soda que se llamaba “La Tuna” y allí acudían las colegialas donde se encontraban con amigas o con los novios, charlaban, se tomaban un refresco, una avena, una malteada, un vaso con agua (aún no existía el agua embotellada) o dependiendo de la edad, una cervecita. Era un buen punto de encuentro.
Con el tiempo en la plazuela, parque a la salida hacia Manizales, colocaron “La Tunita”, fuente de soda, más pequeña que “La Tuna” pero con características diferentes, puesto que el ambiente allí era a media luz y mucho más reservado. En muy poco tiempo fue el punto de encuentro preferido.
Ante esta situación y viendo que sus alumnas estaban cogiendo la costumbre de visitar con frecuencia este lugar; en la siguiente reunión de padres de familia, la Hermana María Matilde fue enfática en afirmar que no permitiría que las niñas de su Normal visitaran lugares como “La Tuna”, “La Tunita” o “La Tunota” y de hacerlo debían enfrentar las consecuencias, incluida la expulsión.
Fuente: Del libro: YO SOY CANO – Abelardo Cano
La Anécdota
"El Pensilvense" No. 5 - febrero 15 de 2022
LUIS XV
Abelardo Cano
Bogotá, ciudad capital de nuestro país Colombia, es una metrópoli, que como todas otras del mundo, aparte de su modernidad, poco superada por otras ciudades del país, recibe una gran cantidad de personas de todas las regiones del país que buscan mejores horizontes y se quedan a vivir permanentemente. Algunas encuentran trabajo fácilmente o, o montan un negocio que les permita cubrir las necesidades de sacar adelante a su familia. Otras logran estudiar para labrarse una profesión, y otras que al no encontrar un trabajo y no poder tener negocio, se dedican a hacerles la vida imposible a los demás.
La mayoría de estos últimos buscan sitios donde la ausencia de autoridad es manifiesta, y se dedican al robo, optando por lo que en Bogotá se llama el raponeo, que consiste en arrebatarle sus pertenencias a la fuerza a las personas de bien, desde sus bolsos, sus relojes, y de paso su dinero junto con sus papeles de identidad. También utilizan con mucha frecuencia el cacheo, especialmente dentro de los buses de servicio público, lugar ideal para esta clase de hurto causado por el hacinamiento de gente, causado en parte la llamada guerra del centavo que opera entre los buseros interesados en transportar la mayor cantidad de pasajeros, ya que de la tarifa que cobran, dependen sus ingresos.
Estando mi madre de visita en Bogotá, acompañada por su amiga de toda la vida, Martha Estrada, a una diligencia familiar, son raponeadas en pleno centro por delincuentes motorizados, desde donde halan los bolsos de las mujeres, desapareciendo en segundos de la escena. Mi madre, por no dejarse robar el bolso, se fractura un hombro durante el forcejeo que sostuvo, por lo que fue llevada a una clínica en donde fue enyesada. Por supuesto, se apura a regresar por vía área a Manizales en donde la atendería Alfonso, médico Fisioterapeuta. Sucede que mi madre, Cada vez que lo visitaba, le cambiaba el nombre. Ante esta situación, Alfonso busca una fórmula para que mi madre no se olvide de su nombre.
—“Doña Ofelia”, le dijo en una de sus visitas, “Usted debe recordar la historia Universal. ¿Se acuerda de Alfonso IV?”
—“Sí doctor, yo me acuerdo, Alfonso IV y usted se llama Alfonso”. Le contestó.
Terminada la consulta mi madre se despide diciéndole que ya no se olvidaría de su nombre. A los ocho días regresa mi madre para la nueva consulta y lo saluda de la siguiente manera:
—“Buenos días Doctor… Ah! verdad que usted es Luis XV”.
La Anécdota
IV - LAS CEBRAS
Abelardo Cano
Cuando uno tiene el privilegio de haber nacido en Pensilvania, uno de los más hermosos y más pujantes municipios de este incomparable país, lugar de hermosas y hacendosas mujeres, cuna de declamadores, donde todo se hace caminando pues las distancias son muy cortas y los pocos carros que ruedan por estos lares, en su gran mayoría Jeeps, son para cubrir las necesidades de los que viven en sus fincas, muchas alejadas del casco urbano. Estos vehículos les sirven para su transporte, para mover sus compras para el diario vivir, como la carne y los abarrotes; los camiones de los dueños de los pocos negocios importantes, son utilizados para sacar el café que produce la región, y que llevan normalmente a Honda para regresar con el abastecimiento para el negocio de su dueño. Aquí también hay un carro tanque que trae de La Dorada la gasolina para estos vehículos. Por otro lado, con dos o tres itinerarios diarios, se mueven los buses de la Empresa Arauca que efectúa el trayecto a Manizales (144 Kms.) y el de Rápido Tolima que hace un viaje diario a Bogotá.
Recién llegada mi madre a Manizales luego de haber dejado su terruño natal, Pensilvania, se vio ante la necesidad de tener que salir a cumplir diversas diligencias de esas que todos tenemos que cumplir: pagar los servicios, hacer mercado, visitar al médico, acudir a los hospitales o centros especializados para que nos practiquen los diferentes exámenes de salud que requieren los médicos para diagnosticarnos, hasta salir de paseo en Manizales, por la 23 o por el parque Caldas o la plaza de Bolívar, o por Chipre.
En fin, para que todo nos salga bien, se requiere conocer las señales de tráfico y los señalamientos que a veces se encuentran pintados en el piso, llamadas Cebras, o en láminas colocadas en las esquinas, cerca de los centros educativos, hospitales, o en lugares donde es prohibido el parqueo de vehículos o que nos indican el sentido de las vías y que también nos muestran las rutas a seguir, etc. Lo anterior, contrario a Pensilvania donde caminar para hacer las diligencias era un placer ya que por la poca monta de vehículos automotores, no se requería de esas señales que son de obligatorio cumplimiento en las grandes ciudades para evitar accidentes, muy frecuentes, sobre todo entre los muchos provincianos, digamos, campesinos que desconocen por completo su significado.
Fue así como mi madre, en una de sus primeras salidas al centro de Manizales, acompañada de mi hermana Gloria Esperanza, la niña de la casa, esta le advierte que:” para pasar de una acera a la otra hay que esperar a que no vengan carros, y si hay semáforo, esperar que se encuentre en verde, señal de que podemos cruzar y siempre debemos hacerlo sobre esas líneas que están pintadas en el piso y que se llaman Cebras.”
En la siguiente salida al centro, resultó que fue mi madre quien le dice: “Mija... no se le olvide que siempre hay que pasar por esas líneas que se llaman “Jirafas”
La Anécdota
III - LA RELIQUIA
Corría el año de 1954, cuando nació mi hermana Carmenza, nuestra primera hermana deseada y esperada por años por nuestros padres. Por ese entonces, mi padre trabajaba en Bogotá, pero siempre pasaba con nosotros las vacaciones que le concedía el magisterio.
Como regalo para mi madre, le llevó en una ocasión una máquina de coser, marca Singer, que para esa época era la mejor que se conseguía en el mercado. Obviamente estas máquinas eran de pedal, y no como las de ahora que son eléctricas y mucho más sofisticadas. A ésta se le colocaría un motor para hacer más placentero el trabajo de mi madre. ya que como dije con anterioridad, ella cosía a contrata, y con el poco dinero que hacía. Ayudaba al mantenimiento de la casa y de los hijos, pues mis abuelos eran quienes se encargaban de nuestro bienestar.
Cuando Carmenza cumplió 50 años de edad, como ha sido costumbre en la familia, todos nos reunimos para agasajo en el que colaboramos todos los hermanos para cubrir los gastos dependiendo de la situación económica en que nos encontráramos. Normalmente. La fiesta era una reunión muy familiar a la que invitábamos a los más allegados a la familia.
En el conversatorio que se forma en este tipo de reuniones, en las nuestras, el recuento de alguna de las perlas, comentarios de mi madre, para quien no importaba a quien el aludido o lo que opinara o pensara él o ella. Mi madre siempre dice lo que piensa y lo que diga se vuelve anécdota. Nos sirve para recordar por siempre esos gratos momentos.
Por esos días, atendiendo mi madre en su casa de Manizales, le llegó una visita de amigas de Pensilvania. Mientras les mostraba la casa, lo que acostumbra con mucha frecuencia, al pasar frente a la máquina de coser, les contó que mi padre se la había regalado y que para llegar a su destino tuvo que salvar muchos obstáculos por las inclemencias del tiempo que, para noviembre, el mes del regalo, arreciaba con fuerza y además, las carreteras no contaban con pavimento y por lo tanto se convertían en verdaderos caminos más aptos para asnales que para vehículos a motor.
También les dijo que, en el último trayecto, desde Petaqueros hasta Pensilvania, la máquina tuvo que viajar en el volco de una camioneta, obviamente con mucho cuidado para que no se estropeara y llegara a su destino en perfectas condiciones pese a los huecos que a cada metro se encontraban en el camino; por fortuna, la pericia del conductor que lograba salvarlos hacia el viaje menos peligroso”.
El hecho es que, para estupor de mi hermana Carmenza (como se sabe, a las mujeres les “fruncen” los años, es decir, no les gusta que les divulguen su edad). Mi madre remató su historia diciéndole a sus amigas: “Esta máquina es tan antigua, pero tan antigua, que ya se ha convertido en una completa reliquia para la familia y tiene los mismos años que tiene Carmencita”
LA ANECDOTA
II - CON EL MIO
Abelardo Cano
Cuando llegó a nuestro país, consagrado al “Sagrado Corazón”, la telefonía celular, cuatro empresas se disputaron el mercado. Más adelante se convirtieron en dos, gracias a las alianzas. Con el tiempo surgió una tercera empresa que, gracias a su campaña para cautivar clientes, obtuvo un buen porcentaje de la torta; sin embargo empezaron a aflorar algunos problemas por la pobre cobertura que para prestar el servicio tenía, lo que la llevó a hacer grandes inversiones y más adelante venderle a una firma con reconocimiento internacional cuyo nombre era el mismo que utilizaba en los otros países donde operaba. Estas tres firmas son: Comcel, Movistar y Tigo.
A mediados del último semestre del 2009, mi hermana Carmenza y mi mamá Ofelia, nos visitaron en Medellín y nos acompañaron durante algo más de 2 semanas.
Durante un par de semanas mi esposa, y yo, en algunas ocasiones, visitábamos los centros comerciales pues como es sabido de todos, Medellín, la ciudad de la eterna primavera, es la ciudad en donde más rápido se desarrollaron esta clase de negocios; hoy son tantos que los comerciantes ya no saben qué hacer para poder tener presencia en ellos, pues algunos son cercanos el uno del otro, que lo que están haciendo es dividir las ventas. Además, esta ciudad, es la capital industrial de Colombia y también, de la moda.
En una de las asoleadas mañanas, de esas que se vivían en la ciudad, pues como se sabe el clima ha cambiado tanto que ya no sabemos si estamos en verano o en invierno; mi mamá le pidió a mi esposa Martha Lucía que la acompañara para comprar una carcasa para su teléfono, pues aducía que la que tenía era muy fea y tenía fisuras en algunas partes. Quería hacerse a una como la que yo tenía, que llamaban de huevo, por su forma ovalada, una de las que más aceptación han tenido por su forma y por la variedad de colores.
Ya hacía unos días por intermedio de mi hija había comprado vía internet un teléfono, que además iba a reemplazar mi palm, pues esta había sacado la mano y ni siquiera habíamos podido recuperar la información. Ante la necesidad de mi madre, le propuse que esperara unos quince días mientras a mí me llegaba el pedido y yo le regalaba la carcasa del mío, que era como la que quería.
Ella agradecida aceptó, no sin antes darme un caluroso beso por el ofrecimiento. Una vez recibí mi nuevo teléfono, le envié a mi mamá, vía correo, lo prometido,
Como la sim card que yo utilizaba era de Comcel, y la de mi mamá era de Tigo, tocaba abrirle las bandas al que yo le mandé
En Manizales, ciudad donde viven mi mamá y mis hermanos, optaron por algo mejor: comprar una tarjeta prepaga de Comcel, y así no había necesidad de abrir bandas, y además mi mamá quedaba con dos teléfonos y dos servicios diferentes.
Aún no he podido entender para qué los dos servicios y los dos teléfonos, pues para que mi mamá le conteste a uno una llamada, es un milagro, pues casi en el 99% de las llamadas siempre responde el contestador y obviamente hay que enviarle razón para que nos llame o esté pendiente de otra llamada. Así es mi mamá.
Recién obtuvo los dos teléfonos y una de las primeras llamadas que hizo mi mamá, fue a mi hermana Carmenza, para contarle, obviamente, que ya tenía el nuevo aparato y para invitarla a almorzar.
—“Hola mija, ¿cómo estás?”
—“Muy bien mamá”
—“Mija, antes de que se me olvide, la invito a que me acompañe a almorzar.”
—“Sí mamá, yo voy y la acompaño.”
_“Mamá, dígame, ¿usted me está llamando del Tigo?
—No mija. Yo la estoy llamando del mío
La Anécdota
INTRODUCCION
Hablar con la abuela o con Ofe, como cariñosamente le decimos los hijos, los nietos, los amigos y los más allegados, a esa mujer que, aunque hoy, dotada de una memoria que envidiaría cualquier intérprete de monólogos, pese a sus 87 años de vida, es verdaderamente agradable y placentero. Alegres y cómodos fueron sus años de niñez y juventud. Luego de convertirse en esposa se entregó a sus hijos que la fueron haciendo mujer y que al lado de los abuelos fue criando entregándoles lo poco que le quedaba de aquella vida de holganza.
Obligada por el destino, no solo a ser ama de casa sino también costurera y escribiente de cartas de amor para los amantes que no sabían expresar sus sentimientos a esa persona que les robaba el sueño; ella los plasmaba en una esquela, para hacerlos llegar a su destino.
Para muestra he aquí un hermoso acróstico que le escribió a mi padre en su época de noviazgo.
ACRÓSTICO A ABELARDO CANO
A aunque pueda no ser tu preferida
B ueno será jugar con el amor
E ntretanto pasemos nuestras vidas,
L os desengaños, la dicha y el dolor,
A mar cuán horrible es,
R eírnos del amor no puede ser,
D ulcifica mis horas de amargura,
O felia siente el fuego del querer.
C on estas letras te diré amor mío
A pesar de mi talento escaso
N o olvides que es mi anhelo siempre
O cultar mi corazón en tu regazo.
Hablar con la “Abue” es entrar en un mundo de recuerdos que empieza a desgranar.
Ofelia Bedoya de Cano nació en Pensilvania, municipio enclavado en las montañas del oriente del departamento de Caldas, y que, con el tiempo, cuando sus hijos, después de terminar estudios secundarios, fueron emigrando hacia Bogotá y Manizales, vendió lo poco que le quedaba y también viajó hacia la capital del departamento para emprender al lado de sus hijos una vida más moderna.
Hoy gracias a que disfruta de la pensión por viudez, su vida es más placentera y disfruta a cabalidad los buenos momentos de la vida.
Quizás, quienes más disfrutan de la “Abue” son sus hijas, pues desde que llegaron de Pensilvania siempre han estado con ella. Nosotros no nos quejamos, aunque vivimos en otra ciudad, la “Abue” nos visita con cierta frecuencia y de verdad que los ratos que nos hace pasar son estupendos, cargados de mucho humor y de muchos recuerdos. Todo lo que nos cuenta, lo hace con esa espontaneidad y gracia que los años le han venido regalando.
Aquí quiero contarles parte de esas historias, que esta mujer entrada en años, relativamente sana para su edad, con vitalidad que envidiaríamos muchos y a quien Dios en su sabiduría nos entregó como madre, va convirtiendo en agradables anécdotas.
Ahora sí LA ANÉCDOTA:
I - LA SIM CARD
Pipe, el hijo único de mi hermana menor, es un muchacho que hoy en día cuenta con 20 años, bien parecido, apuesto, dicen las muchachas de su edad,
de quien pienso que desaprovechó una de las grandes oportunidades que nos entrega la vida al dejar de lado el fútbol cuando era considerado un verdadero “crack” por quienes lo vieron jugar, por quienes lo tenían en sus equipos, -hizo parte de las inferiores del Once Caldas- aseguraban que era un verdadero prospecto para las selecciones Colombia. Hoy aún no conozco el motivo por el cual se alejó de este deporte.
A pesar de no ser un buen estudiante, de haber dejado el fútbol, es el nieto preferido de la ”abue”, por quien hasta se endeuda con tal de darle lo que requiera.
Cierta tarde ante la falta de minutos en su celular y la necesidad de llamar a su novia, se dirige hacia la abuela para que le solucione el problema, he aquí el diálogo:
—.Pipe... “Abue” ¿Me hace el favor de prestarme su celular? Es que a mí se me acabaron los minutos.
—“No mijo” le dijo ella” “usted acaba con los pocos minutos que me quedan”
—Pipe:” Ah, bueno, gracias”.
Pipe sale de la casa y después de dar una vuelta por el barrio, regresa.
Pipe: — “Lala”, por favor présteme su celu que necesito con urgencia llamar a mi novia y como ya le dije, yo no tengo minutos.
“Abue”: —“No mijo, usted me acaba los minutos y por eso no le presto mi celular”
Pipe: —“Lalita”, ya que no me presta su celu porque le acabo los minutos, ¿por qué no me hace el favor y me presta la SIM CARD?”
“Abue”: —“¿Y eso qué es? “
Pipe: Sacando la Sim Card del celular, se la muestra y le dice: “esta es la Sim Card”
“Abue”: —“Bueno “mijo” llévese esa maricada, pero el celular no se lo presto, porque me deja sin minutos.