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LA RESURRECCIÓN DE UN PENSILVENSE._edited.jpg

BIENVENIDO A       EL PENSILVENSE

Editorial

Edición No. 9 - Marzo 15 de 2022

CALDAS Y PENSILVANIA: Gracias por la votación para Jesús Iván "Chucho" Ospina Atehortúa, tu hijo.

No se logró el objetivo departamental y perdimos la oportunidad de tener un paisano en el Congreso Nacional.

Como lo ha dicho "Chucho", seguiremos adelante para trabajar por el progreso y bienestar del departamento de Caldas y especialmente por el de Pensilvania.

No se ha perdido la guerra, se ha perdido la primera batalla, nos han vencido, sin derrotarnos, porque afrontaremos nuevas batallas y seguiremos con las botas puestas por el bienestar del campesino, por el bienestar de los ciudadanos y por el mejoramiento permanente de nuestros 27 municipios.

No nos conocían fuera de Pensilvania, Ahora ya nos conoce todo el departamento y seguiremos mostrándonos para que día a día nos conozcan más.


"El Pensilvense" seguirá acompañando a "Chucho", porque es HIJO DE PENSILVANIA", por sus valores y por su entrega en beneficio de sus coterráneos.

ADELANTE "CHUCHO", apenas estamos empezando

Gracias a todos los VOLUNTARIOS que trabajaron con ahincó por una causa, que, aunque no ganó, no ha sido derrotada. esperamos que todos estos voluntarios, más los que se adherirán para el futuro, puedan celebrar, con el beneficio del pueblo caldense.

No estamos contentos, ni felices, pero tampoco tristes. Hemos obtenido un resultado en  las urnas, bien importante, que nos alienta para seguir luchando por nuestra causa.

Nos seguiremos viendo, con "CHUCHO", siempre al frente.

Gracias, a ti, JESUS IVAN "CHUCHO" OSPINA ATEHORTÚA, Por tu entrega y deseos de trabajar por Pensilvania y por Caldas.

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Versiones de la fundación de Pensilvania

Miércoles, Febrero 3, 2016

lapatria.com

Textos en torno a cómo se originó Pensilvania. Su primer nombre fue Explanadas. Algunos personajes que han hecho posible el desarrollo. Miradas.


LA PATRIA | Manizales

Silvio Aristizábal (2015, p. 17) trae la versión de Marco Agudelo, para quien la fundación de Pensilvania se dio en 1860, cuando algunos comerciantes de Aguadas y Salamina quisieron construir un camino que les permitiera llegar a Honda sin pasar por Sonsón, y para ello realizaron una excursión desde las cimas de la cordillera Central, rumbo al oriente, hasta terminar en Honda.

Dice esta historia que "los viajeros encontraron un sitio, al que inicialmente dieron el nombre de Explanadas y allí fundaron una población en terrenos donados por los hermanos Luis María, Juan E. y Baltazar Ramos, de Sonsón (...). Manuel Uribe Ángel en su libro Geografía General y Compendio Histórico del Estado de Antioquia en Colombia, publicado en Francia en 1885, afirma que la fundación de Pensilvania obedeció al interés por la explotación minera y la expansión de las tierras cultivables".

Sin embargo, en la tradición de la familia Salazar Jaramillo* circula una historia parecida, con unas variaciones bastante significativas. Es la siguiente: Manuel Jaramillo, uno de los fundadores de Pensilvania, vivía en Salamina y periódicamente viajaba con otros paisanos hasta Honda por los productos que no se producían en la tierra y eran necesarios para la subsistencia, los cuales cargaban a la espalda, ante la inexistencia de caminos de herradura.


Como era un cazador empedernido, de los que podían seguir el rastro de un animal durante varios días por entre el bosque, en una de sus cacerías, cuando estaba en una cima de la cordillera Central, divisó el camino por donde viajaban hasta Honda.

Desde esa altura constató que el recorrido podía hacerse en forma más directa y ganarse varios días de viaje. Les comentó a sus compañeros y decidieron seguir la ruta nueva. Emprendieron el viaje y estos se devolvieron porque creyeron que la distancia era superior, pero Manuel Jaramillo estaba convencido de su posición y siguió adelante. Fue tal su éxito, que alcanzó a realizar dos viajes antes de que sus compañeros terminaran uno solo. Y como pasaban por el terreno donde hoy está Pensilvania y lo vieron propicio para fundar un caserío, crearon esta nueva población.

Valdría la pena investigar por dónde iba el anterior camino y cuántos días de viaje se economizaron por la nueva ruta. Una simple mirada al mapa indica la vuelta tan grande que debían dar los caminantes para ir de Salamina a Honda cruzando por Sonsón y la menor distancia por la nueva.


Reproducción|LA PATRIA Historia de la Rioja de Silvio Aristizábal

***

Como sucedió con la mayoría de municipios colonizados por arrieros antioqueños se trató de migraciones que se dieron en un periodo de tiempo, por eso lo que se celebra hoy es la oficiacilización que hizo el gobernador de Antioquia Pedro Justo Berrío, hace exactamente 150 años, de la creación de Pensilvania, que seis años después fue erigido municipio.

* Información aportada por el lingüista José Ignacio Henao Salazar.

Avisos del Centenario

Hace 50 años que LA PATRIA también celebró con Pensilvania. Aquí recogimos parte de la publicidad que acompañó la separata en la que se destacaron los valores y los hombres y mujeres de este municipio del oriente caldense.

Esta edición EXTRA
solo contiene información nueva en esta página de inicio.

Editorial

Edición EXTRA - Marzo 12 de 2022

 PENSILVANIA: Mañana 13 de marzo, todos los nacidos en esta tierra, todos los que somos descendientes de esos arrieros que se forjaron un camino para el mejoramiento de sus vidas, que junto con sus familias arañaron las montañas y crearon esta linda comunidad, debemos, DEBEMOS, y lo repito con mayúsculas defender lo que esos hombres buscaron: bienestar.

Ese bienestar es el que, como pensilvenses, debemos defender y para tener nuestra representación en el Congreso de la República, tenemos a un hombre nuestro, que está aspirando a la Cámara de Representantes.

Si tenemos la posibilidad de estar entre el 15% de los municipios con representación directa en el Congreso, y más concretamente en el Cámara de representantes, es nuestro deber, como buenos Pensilvenses, entregar nuestro voto en la urnas por JESUS IVAN "CHUCHO" OSPINA ATEHORTUA. Marquemos entonces nuestro voto bien: CD 103.

Pensilvania tiene la mejor y mayor oportunidad de que alguien de "La Tierrita" la represente.

Por qué debemos votar por "Chucho"?

* Porque es nuestro paisano

* porque lo conocemos

* porque jugando recorrió las calles de Pensilvania.

* Porque estudió en los estamentos educativos de Pensilvania.

* Porque fue Concejal del municipio.

* Porque fue Presidente del Concejo

* Porque fue Alcalde, con grandes resultados en su gestión, a favor del "Pueblito".

* Porque lo conocemos.

* Porque conocemos a su familia y sabemos claramente de donde viene.

* Porque se ha puesto el overol para visitar todos los rincones del departamento.

* Porque es un ejemplo de familia.

PERO SOBRE TODO: 

PORQUE ES PENSILVENSE.

Sí, es de PENSILVANIA, tierra a la que conocemos, a la que le debemos agradecer siempre por habernos acogido en su seno, dándonos mucho amor y preparandonos para salir adelante en este camino de la vida.

PENSILVENSE: Vota bien.

Pensilvense: vota CD 103, para Cámara de Representantes.

Te sugerimos votar para Senado:

CD 6. (Paola Holguín).

Para quienes votamos en Antioquia, se sugiere votar, así:

Senado: CD 6

Cámara de Representantes: CD 11.

En Risaralda se sugiere votar:

Cámara CD 101

Senado CD 6

Mañana, 13 de marzo de 2022, agradezcámosle a PENSILVANIA, votando bien.

Votando CD 103. Para Cámara de Representantes.

CON CD 103, Jesús Iván "Chucho" Ospina Atehortúa, tu hijo, Pensilvania.

El hombre que nos representará para beneficio de todo Caldas.

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MENSAJE DE CHUCHO

Este domingo tenemos una gran oportunidad, está en manos de todos votar responsablemente y con el corazón  


Yo, Chucho Ospina me comprometo con todos los caldenses a trabajar desde el Congreso con compromiso, transparencia, responsabilidad y pasión. 


Renovaremos Caldas desde el corazón 


A la CÁMARA marca el logo del Centro Democrático y el número    


Al SENADO marca el logo del Centro Democrático 

Chucho y Holguin 400x134.png

Editorial

Edición No. 8 - Marzo 8 de 2022

Solo deseo recordarle a mis paisanos pensilvenses que, este domingo 13 de marzo, seremos los responsables de conservar el bienestar de nuestra patria y de nosotros mismos.

El voto que depositemos en las urnas, debe dejarse cumpliendo el compromiso que tenemos para con nuestros hijos, y nuestra familia, buscando siempre  un futuro digno, con altura, CON LIBERTAD, dejando que se preserve siempre el pluralismo y sobre todo la democracia.

Tenemos un hijo, ILUSTRE, nacido en Pensilvania, a quien todos los pensilvenses debemos apoyar porque, sabemos que seguirá trabajando por el bienestar de todo el departamento de Caldas.

No dejemos que se nos escape esta gran oportunidad de tener a un hijo de "La Tierrita" representándonos en el Congreso de la República, pues como sabemos, aspira a un escaño en la Cámara de Representantes.

Jesús Iván "Chucho" Ospina Atehortúa, hijo de padres Pensilvenses, nacido ahí, en el entorno de la Perla de Oriente, criado y educado en las calles y en las aulas estudiantiles del pueblo, concejal y alcalde de Pensilvania, con excelentes resultados a nivel nacional y también internacional.

El momento es este 13 de marzo, en las urnas de votación.


Usted debe votar y le pedimos que lo haga por "Chucho". MARQUE con una X en el tarjetón

CD 103.

TODOS DEBEMOS AYUDAR PARA QUE PENSILVANIA TENGA SU REPRESENTANTE DIRECTO EN LA CAMARA DE REPRESENTANTES Y EL HOMBRE Y LA OPCION ES:

CD 103

Editorial

Edición No. 7

Marzo 1 de 2022


Como hijo de Pensilvania (Caldas), nacido, criado y educado en esta hermosa tierra que, Dios nos entregó como cuna, de la que me siento orgulloso, quiero y respeto, siento que debo escribir estas palabras como un recorderis a todos mis paisanos, de lo que es esa esencia paisa, esa entrega por lo nuestro, ese amor hacia los nuestros y por ende, recordar el orgullo que se siente cuando un representante nuestro, está buscando un escaño, desde el que pueda ayudar a sus coterráneos porque se siente en deuda por todo lo recibido y que, si hoy está a su alcance retribuir en algo, debe hacerlo.


Cuando Mariana Pajón ganó su primer oro en unos juegos Olímpicos, saltamos de alegría, porque era un oro nuestro, conseguido por una hija de esta patria que, entregó su juventud para aprender a convertirse en mejor  persona y deportivamente ser la número 1 en el mundo.


Hemos tenido, en el transcurso del tiempo, hombres que nos han sabido representar y han sido un ejemplo para nosotros y cuántos de nosotros hemos querido emularlos.


Hoy, en este nuestro presente, tenemos dos hijos de Pensilvania, nacidos del vientre de madres Pensilvenses. Con el padre, a su lado, también Pensilvense, se crio, se educó y se forjó una carrera que lo llevara a alcanzar méritos para ser digno representante de su terruño.


Como buen Pensilvense, estoy convencido de que mi voto, en las próximas elecciones (marzo 13 de 2022) debería ser por Jesús Iván Chucho Ospina, CD # 103, en el tarjetón a la Cámara de Representantes pero, por no vivir en el departamento de Caldas desde hace muchos años, no puedo sufragar por él, pero mi humilde recomendación es que, todos los que viven en Caldas deben entregar su voto a Jesús Iván “Chucho” Ospina, porque es nuestro paisano de nacimiento, porque la mayoría lo conocemos y sabemos la clase de persona que es. Que fue Concejal del municipio, que fue Alcalde con excelentes resultados en su gestión y reconocido como uno, sino el mejor, de los alcaldes en su época, no solo nacionalmente sino también internacionalmente.


No olvidemos lo que ha hecho “Chucho” por su pueblo, por el mejor vivir de su gente. No olvidemos su carisma, sus conocimientos no solo de Pensilvania sino del departamento de Caldas, de sus necesidades.


Colombia tiene 1103 municipios, 18 áreas no municipalizadas y la Isla de San Andrés, para un total de 1122 entidades administrativas, que eligen por voto popular 172 legisladores, lo que quiere decir que solo el 15,3% de los entes administrativos tiene representación directa, tomando en cuenta de máximo un representante por entidad.


No creen ustedes, queridos paisanos pensilvenses que para el municipio es un honor que uno de sus hijos nos represente directamente? Por qué “hacernos los de la oreja mocha” y no tener lo nuestro a la mano? No señores, seamos realistas, votemos por una persona, no por un partido.


¡Tengamos sentido de pertenencia!


“Chucho” es y será nuestro, porque nunca olvidará lo que hoy hacemos por “PENSILVANIA”

Nota: Una vez pasadas estas elecciones, retomo el caso de nuestro hijo Pensilvense candidato a la Presidencia de la República.

*********

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No estamos ligados a ningún partido político pero, sí nos adherimos a personas que creemos representan las necesidades de nuestra tierrita, nacidos y criados en nuestro entorno pueblerino, a quienes conocemos por sus resultados en bien de la comunidad y consideramos que serán nuestros mejores representantes en el futuro cercano.

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SUCEDIÓ EN EL CONGAL, HACE CERCA DE CIEN AÑOS…

El Congal era el lugar donde los arrieros que viajaban de Pensilvania a Honda, pernoctaban al final de la primera jornada con sus recuas de mulas o bueyes. Allí también, a su regreso, descansaban la noche anterior al último día de viaje. Ya para las primeras décadas de 1900 había escuela donde se enseñaban las primeras letras a los niños de la vereda y sus alrededores. Unos años después, Ismael Hoyos estableció la primera fonda donde los vecinos adquirían productos básicos sin tener que desplazarse hasta la cabecera municipal. Como en cualquier conglomerado humano, también en El Congal, a medida que aumentaba el número de habitantes, los conflictos en los hogares y entre los vecinos eran cada vez más evidentes. El padre Daniel María López, con sus prédicas durante las visitas a las veredas, instaba a sus feligreses a mantener la paz y la armonía. Tarea similar realizaban aquellas personas reconocidas en la vereda por su liderazgo. En ocasiones, incluso, se requería la presencia de la policía. Existía, además, otro tipo de control social, mediante versos y coplas que circulaban, unos, firmados por el autor, otros, de manera anónima. Unos manuscritos, otros impresos. Los autores de esos versos, poetas espontáneos, especie de juglares, recurrían a la sátira para ridiculizar o atacar comportamientos, a su juicio, reprochables por ser contrarios a las buenas costumbres. Sus escritos tenían, por tanto, una intención moralizante.


Luis Urbano Giraldo Arias (1903 – 2004) fue uno de estos poetas populares. Con sus versos, dejó memoria de algunos sucesos de El Congal en las primeras décadas del siglo XX. Crónicas de sangre, fue escrito, según él mismo me lo relató, después del asesinato de una mujer por su esposo, celoso al conocer que la esposa atendía con frecuencia a un hombre que pasaba por el vecindario. El crimen, como podrá imaginarse el lector, causó gran conmoción a los habitantes de la pequeña aldea. En el otro escrito, Crónicas de la tierra, el autor reprocha el comportamiento de uno de los vecinos, de quien se esperaba una conducta ejemplar, dado que había ejercido el magisterio en la vereda. Así mismo, reprocha el comportamiento de las mujeres. Ambas crónicas reflejan la visión que se tenía de la mujer y de su función en la familia en la sociedad patriarcal de la época.


CRÓNICAS DE SANGRE


Escucha lector curioso,
y préstame tu atención
te voy a contar un caso
que te cause admiración.


Admiración ha causado
al mismo tiempo que horror,
pues nos ha dejado a todos
en honda consternación.


Un vecino muy sencillo
de vivir muy apacible
dio muerte a su mujercita
pues le pareció admisible.


El móvil del crimen fue,
aquí les quiero contar:
por causa de un tabaco,
se pusieron a pelear.


Cuando él estaba tomando
un caldito de gallina
ella le pidió un tabaco,
sin creer que habría riña.


Pero este hombre que tenía
el diablo en muchas regiones,
prontico le administró
un poco de pescozones.


Su mujer salió corriendo
y la oían exclamar,
no me matés Modesto
que me quiero confesar.


Pero el hombre desoyendo
los gritos de su conciencia,
seguía muy presuroso
tronchando aquella existencia.


Probablemente se hallaba
aburrido con su suerte,
y le pareció mejor
darle de una vez la muerte.


Eloísa se llamaba
la que este hombre victimó,
por causa de algunos celos
pues alguien me lo contó.


La vida de estas personas
era bastante sencilla,
pero allá en sus corazones
tenían también arcilla.


Los vecinos encontraron
una víctima tendida,
y al examinar su cuerpo
no le encontraron herida.


La respuesta de este hombre
al preguntarle la gente,
pausadamente decía:
fue que murió de repente.


Pero como un crimen d’estos
oculto no ha de quedar
a él siempre lo llevaron
al panóptico a penar.


A él le pareció mejor
al obrar de esta manera,
cambiar a su mujercita
por una sucia perrera.


A favor de su alma os pido
Si tenéis buen corazón
elevar con gran fervor
por su alma una oración.


A mis amigos solteros,
yo los quiero aconsejar:
busquen mujeres virtuosas
si se pretenden casar.


Hoy hay mucho matrimonio
que no hace sino pelear,
esos son los que se casan
por buscar comodidad.


El asunto es decidido
aquí no queda qué hacer,
la felicidad se encuentra
cumpliendo con el deber.


Ese sí que se pronuncia
para aceptar nuestra suerte,
no tiene ya desenlace
sino después de la muerte.


Fíjense bien las solteras
que quieran tomar estado
ustedes deben saber
que el asunto es delicado.


Aquí termina mi crónica,
la que principié a contar
y si alguno se ofendiere
que se digne perdonar.

El Pensilvense

"El Pensilvense" No. 6 - febrero 22

 de 2022


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BERNARDOOSPINACARDONA.jpg

LOS PENSILVENSES VISTOS POR BERNARDO OSPINA

10 junio, 2021 Silvio Aristizábal Giraldo Semblanzas aldea rica y liberalBernardo Ospinacalendas de 1865los pensilvensesMemoria del cincuentenarioPadre AmadorPensilvaniaríos Guarinó y Samaná


Quiero compartir con los lectores de este Blog un artículo, a mi juicio poco conocido, cuyo autor es Bernardo Ospina Cardona. El texto, titulado Gesta de un Pueblo fue publicado en el libro Memoria del Cincuentenario de la llegada de los Hermanos Cristianos y las Hermanas de La Presentación a Pensilvania (José Néstor Valencia Zuluaga, Editorial Bedout, Medellín, 1956, págs. 134 – 136).

Bernardo Ospina Cardona nació en Pensilvania en 1908 y falleció en Bogotá en 2001. Sus primeros estudios los realizó en su pueblo natal con los Hermanos de La Salle y, posteriormente, se graduó en la Normal de Manizales. Laboró como maestro en Marquetalia, Samaná y Pensilvania. Más tarde ingresó a la rama judicial donde escaló diferentes cargos: escribiente, secretario y, por último, juez del Circuito de Pensilvania, puesto que desempeñó desde 1946, hasta su jubilación en 1960. Este hecho, el haber sido juez sin tener el título de abogado, muestra, además de su rectitud, las capacidades académicas e intelectuales que lo animaban. Lector incansable, autodidacta, versado en temas históricos, jurídicos, históricos y sociales. Prueba de estas cualidades y conocimientos es el artículo que transcribimos a continuación:

Gesta de un Pueblo

“Trescientos años han pasado desde la extinción del pueblo aborigen sobre las selvas que encierran los ríos Guarinó y Samaná, de sonoros nombres indígenas, cuando su silencio fue turbado segunda vez por la planta del hombre blanco. Pero no es ya el fiero conquistador que incendia y mata, sino el colono antioqueño, deseoso de mejores suelos para su empeño creador.

Esta ola de hombres se mueve a raíz de la guerra que encendiera y ganara el orgulloso general Mosquera en 1860. Son colonos que se desplazan de las poblaciones que demoran sobre el flanco occidental de la Cordillera Central: Salamina, Pácora, Aguadas y Sonsón.

Sobre la hoya hidrográfica donde se asienta Pensilvania, cayeron esos colosos del agro por las calendas de 1865. No vinieron a buscar vagancia, sino a domeñar las selvas, “vestidos todos de calzón de manta y de camisa de coleta cruda”; a pie limpio, como ellos decían por decir descalzo; llevando pendientes de su cuerpo recio el carriel de nutria y el machete bravo, a la espalda las provisiones de boca y de vestuario; y, como para la brega, “el hacha afilada en su mano empuñan”. Con este atalaje miran desde esta hoya a todos los horizontes y hacia todos se derraman, especialmente al oriente.

Grato es recordar los apellidos de estos primeros promotores: Agudelos, Arangos, Corteses, Cardonas (de lejano origen tudesco), Carvajales, Domínguez, Duques, Echeverris, Elejaldes, Escobares, Francos, Gavirias, Giles, Gutiérrez, Henaos, Jaramillos, Linces, Londoños, Martínez, Mejías, Ospinas (de Salamina), Ocampos, Patiños, Quinteros, Restrepos, Sánchez, Sepúlveda.

Casi todos estos hombres eran de tez morena, como de nobles moros: amigos de los buenos caballos, de las amplias casonas, de arcas con morrocotas, de sólidos zapatos ya ganado el descanso, de pendientes labrados y del buen yantar. Gustaban de lecturas y tertulias, de buenas amistades y paseos. En su mayoría eran liberales en ideas, algunos con sus ribetes de extremismos, fachendos que se gozaban con las proezas del Gran General. Eran hidalgos ricos que poseían relativa abundancia, que en medio de su vivir cristiano agudizaban su ingenio a costa del prójimo; practicaban el romanticismo político y amaban el literario. De su vida nos dejaron el empuje creador, que levanta haciendas, planta cafetales, construye trapiches y hace comercio. Algunos, conquistada la holgura económica, dieron cabida a escarceos pasionales que los llevaron por atajos prohibidos, iluminados con siniestros relámpagos de venganza y crueldad.

Pero esta aldea rica y liberal habría de trocarse, por diversos hechos e influjos, en una meca del conservatismo. Cuatro años hacía que rodaba su cuna de oro, cuando en 1870 vino como cura de almas el Padre Amador. A la egida de este varón ilustre se desató la inmigración del oriente de Antioquia; a su sombra fue penetrando a esta tierra esa raza vasca, la más blanca y fecunda, la más conservadora y rezandera de Colombia. Eran todos cristianos viejos, hidalgos pobres y abnegados, de luengos cuerpos enjutos, recios y sufridos, que acrecentaban las virtudes de s raza luchando con la ingratitud y aridez del suelo que abandonaban y que, al pisar este de promisión, gozaron de saludable cambio. También estos trajeron “el hierro entre sus manos”, el coraje indomable que alimentaba su corazón, el nervudo brazo listo y el espíritu tranquilo. Su austera vida de hogar solo era perturbada por el misterioso ruido de los marfiles y la expectante caída de los albures, porque estos varones han sido adoradores de la diosa suerte.

Este admirable grupo étnico recibido del oriente de Antioquia lo conserva intacto Pensilvania. Sus apellidos lo testifican: Alzate, Arce, Arredondo, Arbeláez, Arteaga, Arias, Aristizábal, Cardona (zarco y español), Betancur, Botero (de origen italiano), Bravo, Gallo (de origen inglés), Gómez, Giraldo, García, Duque, Castaño, González, Hoyos, Flórez, Herrera, Hernández, Jiménez, López, Maya, Murillo, Muñoz, Ocampo, Pérez, Ramírez, rodríguez, Salazar, Trujillo, Valencia, Vélez, Zuluaga, Yepes.

La inmigración fue primero lenta. Luego, cuando la guerra del 76, más intensa. Por último, fuerte para 1885. El cambio político del 86 concedió ciertos privilegios de mando al grupo conservador, pero sin olvidar el hecho de que el Estado de Antioquia tenía gobierno de esta índole de tiempo atrás, no obstante el imperio de una constitución radical.

Este cambio en Pensilvania, como es natural, produjo sus efectos y fue la emigración de familias fundadoras, que especialmente se retiraron a Florencia, Samaná, Marquetalia (Risaralda entonces), Victoria, Santa Rosa de Cabal y Pereira. A los primeros lugares llegaron con el mismo ímpetu creador de pueblos.

Y debe anotarse que como intermedio entre los grupos mencionados, vino otro procedente de Abejorral, compuesto por familias de Bedoyas, Garcías, Ospinas (ascendientes de quien escribe), Hurtados, Osorios, Pinedas, etc.

Todo lo dicho conviene a la reciedumbre masculina, pero estos hombres de hogar y perfectos cristianos, llevaron siempre de su mano a la gentil compañera de sus goces y dolores, y a las núbiles doncellas, urnas sagradas de la vida, que ponían gracia en su hogar y aliento en el corazón de sus pretendientes, para mirar siempre el futuro. La abnegación y el heroísmo de estas mujeres hicieron posible la grandeza austera de Pensilvania.

Cualquiera sea el punto de Antioquia de donde procedan las gentes de Pensilvania, todas ellas son poseedoras de las virtudes de la raza, que en nada han menguado y que han contribuido -con el correr de los tiempos- a hacer la selección racial por excelencia que es el hombre caldense. Pensilvania, a pesar de factores adversos por su mediterráneo escondimiento, ha logrado avanzar lenta pera seguramente por la ardua senda del progreso. Menos en lo material que en lo intelectual. Merced a benéficos enlaces, la raza de hoy presenta un hermosos y envidiable conjunto étnico que florece y exulta en diversos campos: el noble agricultor, el honrado comerciante, los hombres de estudio, profesores, religiosos, abogados, médicos, ingenieros, agrónomos, químicos, literatos y santos sacerdotes. Y sobre toda esta pléyade, la mujer, la dulce y hechizante mujer, plena de gracia y de virtudes, que derrama sus dones en el hogar, en el magisterio, cerca de la cama del enfermo, junto a la cuna del niño, en los salones aristocráticos y que, como final presea, como novia, con su mirada prende hogueras en el corazón del hombre y subyuga voluntades”.

Comentario al texto de Bernardo Ospina. La historiografía actual plantea interpretaciones diferentes a la del escrito anterior sobre el proceso colonizador antioqueño, sucedido a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Numerosos investigadores cuestionan la visión romántica de la colonización y la exaltación exagerada de las virtudes de la «raza paisa» y, por supuesto, el mismo concepto de raza que, a la luz de los conocimientos científicos, no se aplica a los seres humanos. Es evidente que la expresión «raza paisa» se impuso y aún hay quienes la defienden con insistencia. Sin duda el “mito de la raza antioqueña” contribuyó a fortalecer la identidad y el sentido de pertenencia de los antioqueños y sus descendientes.  Sin embargo, es preciso advertir que, cuando se exaltan, mitifican y sobredimensionan algunos rasgos de la identidad, se corre el riesgo de adoptar actitudes arrogantes y altaneras de rechazo a las diferencias, hostilidad e, incluso, violencia frente a otros grupos poblacionales, a los cuales se les califica como inferiores por el hecho de ser distintos.

Más allá de si se está de acuerdo o no con los planteamientos de Bernardo Ospina, lo que se quiere resaltar no es solo la escritura correcta, sino el hecho de que se trata de un texto que demuestra con creces la solvencia académica y la capacidad investigativa de su autor. Estamos frente a alguien que conoce a profundidad el pensamiento intelectual de su tiempo y sabe aprovechar las herramientas que le brindan las disciplinas históricas, sociológicas y antropológicas para indagar sobre el origen de Pensilvania y trazar el perfil de sus habitantes a mediados del siglo XX.

El Pensilvense

"El Pensilvense" No. 5 - febrero 15 de 2022


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YO NO SOY DE HIERRO, SOY DE PENSILVANIA

Foto: Silvio Aristizábal Giraldo

11 julio, 2016 Silvio Aristizábal Giraldo Historia ancestro antioqueñoapego al terruñoNo soy de hierro soy de PensilvaniaPensilvaniatopofilia

Sucedió hacia 1950, en un pequeño hotel de la población de San Diego, en el oriente caldense. La dueña de la posada ha invitado a un grupo de vecinos a una molienda. Un huésped observa a la anfitriona atar las bestias al mayal, arrearlas, prender el fuego, recoger el guarapo, revolverlo entre las pailas hasta obtener la miel… Conmovido ante la fortaleza y laboriosidad de la mujer, exclama: ¡es usted una mujer de hierro! Y ella, “entre orgullosa y sonreída”, le responde: “No soy de hierro, soy de Pensilvania”(1). La topofilia (=amor al lugar, a lo local) es un sentimiento relacionado con el apego al territorio, definido como un espacio con significado para un conglomerado social. En esta perspectiva es algo común a todos los seres humanos. Sin embargo, el caso de Pensilvania podría calificarse de excepcional.


Decir “soy de Pensilvania” es, para los oriundos de esta comarca, el mayor signo de identidad. Más importante que ser colombiano o caldense. Un amor por el solar nativo que, en ocasiones, raya en el fanatismo. Para el pensilvense, sus fiestas “son las mejores de cuantas existen”, “sus mujeres son las más bellas” su pueblo “es el mejor del mundo” y cuando lo visitan afirman sin tapujos que “han llegado al paraíso”. Una mirada rápida a las redes sociales confirma esta apreciación, es común encontrar frases como estas: “qué rico ser de Pensilvania”, “hermoso mi pueblo, lo extraño”, “Pensilvania la verraquera”…


Quienes se han ocupado de la historia de la población, han expresado, igualmente, ese sentimiento. Así, por ejemplo, el autor de la Monografía de Pensilvania (1926), escribía:

Cuando miréis el retrato de algunos de esos venerados ancianos y oigáis hablar de ellos, descubríos, esos son patriarcas fundadores de la rica ciudad de Pensilvania, que os ha visto nacer y que ha sido testigo de vuestros goces y delicias, y también de vuestras penas y amarguras y que vosotros los leales hijos llamáis con orgullo mi ciudad nativa.(2)


Bernardo Herrera Salazar escribió en 1966:


¡A quien no alegra este nombre tan poético y sonoro! Se nos cuaja en la boca como acendrado almíbar… Es un nombre que nos suena al oído con melodía de límpidas fuentes cantarinas y que lo escuchamos como arrullo de madre al beso de la cuna… nombre dulce, nombre amable; nombre para guardarlo en la reconditez afectiva de nuestros más puros sentimientos… nombre que está en todas las cosas que amamos con cariño santo… amo ese nombre como a su tierra que lo lleva como una escarapela de lúcidos colores… que lo va rumorando entre las ondas de sus ríos de plata; que lo entonan las aves como preludio de cantos matinales; que lo pronuncia el árbol en el enloquecido vaivén de su ramaje… ¡Bendito nombre de mi patria chica!… Nombre dulce, nombre amable; nombre para guardarlo en la reconditez afectiva de nuestros más puros sentimientos, a la manera que se guarda un tesoro… nombre que está en el cielo escrito con luminares de gloria tan esplendente como una vía láctea… Pensilvania, floración del alma; Pensilvania, ánfora de ensueño; Pensilvania, grito de la fe.(3)

Otro escritor de comienzos del siglo XX, el hermano Gonzalo Carlos, religioso de la comunidad Lasallista, escribió “Silueta”, poema que exalta el paisaje y las gentes de su pueblo. Aquí un fragmento:


Es tu cielo apacible y azulado

son tus huertos bellísimos jardines

son tu aureola el Centro y el Dorado,

San José, Santa Rita y los Jazmines.


En tus campos y montes y colinas

se levantan los cedros y los robles

a la cumbre, como ellos, te encaminas

con tus hijos gallardos, siempre nobles.


Todo halaga en tu seno cual hoy eres

tu clima, tus contornos, tus celajes

la sonrisa gentil de tus mujeres

y el aspecto ideal de tus paisajes.


Sigue avanzando, Pensilvania, avanza

es tu sino una estrella refulgente

te brinda Prometeo en alabanza

regio laurel para ceñir tu frente.(4)

También los músicos le cantan: “Corazón fundido en hachas es el árbol de palabras, cuando domina la sangre mi nostalgia es Pensilvania”(5). Y: “Es Pensilvania mi bello tesoro… es mi pueblo mi bello refugio… Las coloridas montañas y sus flores son escenario de un pueblo sin igual”.(6)

Colombianos y extranjeros que han tenido oportunidad de visitar la población, coinciden en reconocer el amor de los habitantes de Pensilvania por su terruño. Es algo que también he percibido en mi trasegar por diferentes regiones de Colombia, cuando algún interlocutor, al enterarse de mi origen pensilvense, preguntaba qué tenía de especial ese pueblo para que la gente sintiera tanto apego por él.

Este sentimiento de identidad proviene del reconocimiento de su ancestro antioqueño. Basta mirar algunos escritos sobre el municipio para corroborar el aserto. Veamos lo que escribe el hermano Florencio Rafael en carta al autor de la Monografía de Pensilvania (1926) publicada con motivo de los 60 años de su fundación:

Pensilvania es una familia especial con caracteres propios, en lo que aparecen, bien claras y definidas, la esencia de una raza empujadora y la vitalidad de una gran región… Pensilvania es una concreción rara. Conjuga en sí el valor de una raza nueva, con la grandeza y perennidad de un paisaje excepcional… La cultura que ha manifestado este núcleo social es… perfecta… Es raza fuerte, corajuda; tiene músculos de acero y cabeza tostada al sol; manos hercúleas y callosas habituadas a jugar con el hacha y a descuajar las selvas…”(7).

Miguel Ángel Aristizábal Carvajal en su libro Pensilvania: un pueblo de históricas costumbres, afirma: “somos de raza antioqueña” y, más adelante, agrega: “El singular pueblo de Antioquia es el más noble, grande y generoso de todos los pueblos de América”(8).

Según José Néstor Valencia, “Los colonos trajeron de Antioquia el río de su sangre; pero no de cualquiera Antioquia, sino de ese valle bien poblado de gentes vascas, del Valle de la Marinilla que expande su sangre por muchas venas”.(9)

En la obra Pensilvania el sueño entre los árboles, Alonso Aristizábal afirma que “el pensilvanense conserva todas las características del pueblo antioqueño. Allí no hubo mezcla de otras razas. Los historiadores y sociólogos afirman que también se trata de uno de los pueblos del eje cafetero con mayor identidad antioqueña”.(10)

Y en otra parte de la citada obra se lee: “ningún pensilvanense desconoce su origen, Antioquia, esa tierra que envió hasta allí a aquel puñado de hombres valerosos, audaces, hijos de la montaña, exploradores entusiastas y corajudos, sin más armas que los instrumentos de labranza, primitivos, toscos y escasos”.(11)

Otto Aristizábal Hoyos también escribe: “Es probable que algunas virtudes de las que nos preciamos los que tenemos ancestro antioqueño sean herencia vascuence o vascongada…”(12).

No es este el momento para analizar en detalle algunas de las afirmaciones de los autores citados en los párrafos anteriores. Menos aún para hacer referencia a las exageraciones acerca de la composición racial de los habitantes del municipio, contenidas en el libro Pensilvania avanzada colonizadora, del hermano Florencio Rafael. Sin duda alguna, en el apego de los pensilvenses a su comarca, el factor preponderante es el de su procedencia y el concepto de raza que las élites de Medellín y de Antioquia construyeron a lo largo del siglo XIX. Pero valdría la pena investigar por otros aspectos que contribuyeron a fortalecer ese sentimiento, por ejemplo, el relativo aislamiento de la población durante sus primeros 75 años de existencia; las consecuencias de las guerras civiles desatadas en Colombia y particularmente en Antioquia durante la segunda mitad del siglo XIX; el papel de la iglesia católica y, en el caso específico de Pensilvania, el liderazgo religioso y político de dos sacerdotes, el padre Amador Ramírez párroco por 50 años y Daniel María López, aguerrido defensor de la moral y luchador contra “los vicios”. Esto por citar solo algunos de los temas que se podrían estudiar y que nos ayudarían a comprender “por qué somos como somos” o, en otras palabras, “por qué y cómo hemos llegado a ser como somos”. Porque nuestra identidad no es algo natural sino algo que construimos a través de la historia.

El año de conmemoración del sesquicentenario de fundación de la población es una oportunidad para reflexionar sobre el tema. En una próxima entrada de este Blog se hará referencia al modo como las élites de Medellín y de Antioquia construyeron el imaginario sobre la raza antioqueña.

[1] Velásquez, Roberto Tulio, en Hermano Florencio Rafael, Pensilvania, avanzada colonizadora, Bogotá, Stella, 1966, pp. 436 – 437.

[2] Quintero Z., Félix, (1926) Monografía de Pensilvania 1866 – 1926, Bogotá: Vargas (facsímil, 1990).

[3] Herrera Salazar, Bernardo (1966) Amor nativo, Bogotá: Carvajal, pp. 9 – 10.

[4] Quintero Z., Félix, 1926, obra citada, pp. 40 – 41.

[5] Dueto Candilejas. Este es mi pueblo…

 Pensilvania. https://www.youtube.com/watch?v=p5pjdAkXvbo

[6] Alzate Martín. A mi Pensilvania.

Canción. https://www.youtube.com/watch?v=dwDtoALy7F0

[7] Hermano Florencio Rafael (1926) Recuerdos de una visita, en Félix Quintero Z., (1926) obra citada, pp. 157.

[8] Pensilvania: un pueblo de históricas costumbres Tomo II, Bogotá: Arfo, 1985, p. 29.

[9] Valencia Zuluaga José Néstor. Pensilvania o cien años de fe, Manizales: Apolo, p. 18.

[10] Aristizábal Escobar, Alonso, 1997, Pensilvania el sueño entre los árboles. Bogotá: El Sello Editorial, p. 34.

[11] Aristizábal Escobar, Alonso, 1997. Obra citada, p. 67.

[12] Pensilvania siempre a la vanguardia del país, en Varios, 2004, Luces y senderos para la Patria grande Bodas de oro del bachillerato en Pensilvania, Bogotá: Nomos, p.p. 14 y 15.

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