El Pensilvense | Ediciones septiembre de 2023
Director: Abelardo Cano
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El círculo cromántico de la literatura
"El Pensilvense" No. 15 - abril 26 de 2022
El color es un elemento fundamental en la literatura. El camino de baldosas amarillas en El mago de Oz, el rojo de la sangre en Drácula, el azul del mar o el blanco fantasmagórico en Moby Dick, el gris de la ceniza en La carretera. En no pocas ocasiones lo encontramos de forma explícito en el título de una novela: El color púrpura de Alice Walker, Belleza negra de Anna Sewell, La pimpinela escarlata de la Baronesa Emmuska Orczy, Ana de las tejas verdes de L.M. Montgomery o Dientes blancos de Zadie Smith. Otras veces está presente de una forma más implícita pero no por ello menos evidente, como en La naranja mecánica, Meridiano de sangre, La uvas de la ira, James y el melocotón gigante o, por qué no, Cincuenta sombras de Grey.
Cada novela tiene su color predominante que la singulariza frente a las demás. ¿Alguna vez te has planteado hasta qué punto existe este color característico en la literatura? Pues bien, el estudio de diseño Dorothy ha conseguido recopilar 300 libros en los que hay una nota de color dominante y los ha colocado en un círculo cromántico donde se pueden observar, en algunos casos puede que de una forma un tanto subjetiva, los distintos matices que distinguen por ejemplo el rojo de La letra escarlata del de Meridiano de sangre.
Esta joya visual está a la venta en forma de cartel con un tamaño de 100 por 70 cm a un precio de 30 libras. Y si te interesan ese tipo de experimentos visuales te recomiendo que le eches un vistazo al trabajo de Jaz Parkinson, que en su proyecto «Firmas de color» tradujo algunos de los libros más conocidos de la literatura a colores.
Fuente:Fhttps://lapiedradesisifo.com/2016/02/13/el-circulo-cromantico-de-la-literatura/
CÓMO PINTAR UNA ESCENA: COLOR Y LITERATURA
(Parte 5) FIN
"El Pensilvense" No. 14 - abril 19 de 2022
3# Evitar las obviedades y ser sutil.
Hay que deshacerse de expresiones perezosas como las de «el cielo gris», «el mar azul», o «la noche oscura». En definitiva, de todos los colores irrelevantes que no ayudan en nada a la descripción y solo generan ruido. Y luego está lo de la sutileza. Porque podemos pintar un cuadro casi todo de amarillo como hacía Van Gogh y quedarnos tan anchos, pero en literatura cada palabra cuenta.
Puede surgirnos la duda de si el lector podrá captar algo tan sutil. Ahí entran en juego las habilidades de cada cual, pero siempre he pensado que no tiene demasiada importancia. La mayor parte de las historias —si están bien hechas— son mucho más complejas y están más meditadas de lo que parecen tras la primera lectura. Creo que ese trabajo de fondo se “siente” aunque no se vea. Todos los lectores saben si algo les gusta o no, pero la mayoría no se molesta en hacer un análisis profundo sobre el tema de la novela o el simbolismo, lo que no quiere decir que esos elementos no hayan contribuido a decidir si la novela les ha gustado en primer lugar.
En cualquier caso, el escritor siempre puede explicitar sus intenciones. Lo bueno de la escritura es que se puede dirigir la atención del lector hacia aspectos que podrían parecernos triviales. Si nos pasamos tres párrafos describiendo una lámpara, el lector —si es que no ha cerrado el libro por puro aburrimiento—, asumirá que esa lámpara es importante. Podemos hacer lo mismo con el color; eso sí, solo si de verdad creemos que es necesario.
* * * *
¿Y a ti? ¿Te parece interesante la idea de utilizar colores para añadir capas de interpretación a tu novela? ¿Se te ocurren otras formas de usarlos? ¿Conoces otros ejemplos?
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Imaginer%C3%ADa_%28literatura%29
Fuente de la primera imagen: Hopper. http://www.ibiblio.org/wm/paint/auth/hopper/street/hopper.gas.jpg
CÓMO PINTAR UNA ESCENA: COLOR Y LITERATURA
(Parte 4)
"El Pensilvense" No. 13 - abril 12 de 2022
2# Asociar un color a cada personaje.
Lo has leído miles de veces: Un caballero con una armadura blanca y reluciente se enfrenta en una justa medieval a otro con una armadura de color negro. Y ya está. No necesitas saber nada más, porque con esto eres capaz de identificar quién es “el bueno” y quién “el malo”. Porque los colores tienen un significado, conforman un código que todos los miembros de nuestra cultura occidental somos capaces de descifrar sin pararnos a pensarlo demasiado.
Eso sí, si no queremos sonar a tópico, debemos complicar las cosas un poquito más. Podemos asociar un color a cada línea argumental de nuestra novela, o un color a cada personaje. Podemos hacer que ese personaje vista al menos una prenda de ese color, jugar con el simbolismo y añadir otra capa de significado a la historia.
Breaking Bad es genial en esto, como en todo lo demás: Desde los apellidos de Walter y Jesse (White y Pinkman), al sombrero negro que simboliza su transformación en Heisenberg, el nombre de su antigua empresa (Grey Matter), el color azul característico de la droga que fabrican y la forma en la que Marie se rodea de objetos de color púrpura. ¿Os habíais dado cuenta de todas estas cosas? Seguro que hay muchísimas más asociaciones de colores que a mí se me han pasado por alto.
La gente de Disney también es experta en utilizar los colores de sus personajes para conseguir una respuesta emocional en el espectador. Os bombardeo con unos cuantos ejemplos que me vienen ahora a la cabeza:
El rojo de la vestimenta del Capitán Garfio en Peter Pan evoca el color de la bandera comunista, lo cual tiene mucho sentido porque la película se estrenó en 1953.
El traje azul intenso de Bella en La bella y la bestia es la única nota de color entre todos los habitantes del pueblo, que visten en tones marrones, verdes oscuros y ocres. Sirve para enfatizar que Bella es diferente a todos los demás. Especial.
El personaje de Ebenezer Scrooge en Los teleñecos en cuentos de navidad, va siempre vestido de negro. Sin embargo, la mañana de Navidad, después de haber sido transformado por la visita de los tres fantasmas, se cubre el cuello con una bufanda roja, dando un toque de color que sirve para simbolizar el cambio.
Significados de los colores. Fuente.
CÓMO PINTAR UNA ESCENA: COLOR Y LITERATURA
(Parte 3)
"El Pensilvense" No. 12 - abril 5 de 2022
Cómo aplicar color a tus historias.
Después de este alegato y de los pertinentes ejemplos, la verdad es que seguimos con la duda: ¿Cómo puede un novelista aplicar el color a la imaginería de su obra? Ahora entramos en arenas movedizas, porque no hay apenas información que nos ayude con este tema. No puedo citar a un gran novelista explicando cómo aplicar la técnica, como suelo hacer habitualmente, así que os tendréis que conformar conmigo, y con un puñado de ideas que he ido barruntando durante las últimas semanas. Algunas ya las he puesto en práctica —sobre su grado de eficacia no puedo hablar, claro—, y otras me parecen interesantes para investigarlas en un futuro.
1# Elegir una paleta limitada para cada historia.
La idea sería analizar las localizaciones de nuestra novela y reducir cada escenario a dos o tres colores fundamentales, que luego podemos enfatizar en las descripciones. Siempre que sea posible, el escenario de tu novela debería ser un personaje más, pues es una buena oportunidad de aportar significado y simbolismo a través del entorno. No hay más que pensar en Cumbres borrascosas, de Emily Bronte, o incluso en El Señor de los Anillos, de Tolkien. Pero si tengo que quedarme con un ejemplo, elijo a Thomas Wolfe y esta maravillosa descripción de Brooklyn al atardecer:
“Cae la noche a toda prisa y el cristal helado produce en tus manos un tintineo leve pero muy agradable. La gran ciudad parece arder en toda su amplitud, en su apabullante telón de torres recubiertas de destellos, zurcidos ahora junto al polen diamantino de un millón de luces… y el sol se ha puesto ya detrás de ellas y la vieja luz rojiza del crepúsculo queda pintada sin calor, sin violencia, sobre el río. Y allí están los botes, los remolques, las barcazas que pasan y la perspectiva alada de los puentes con su gracia exultante. De pronto ha caído la noche y hay barcos allí, hay barcos, y una ansiedad animal e intolerable dentro de ti que no consigues calmar. […]La grandiosa imagen de la ciudad vive en tu corazón con sus colores fantásticos, tal como ocurría cuando tenías doce años y pensabas en ella.”
Thomas Wolfe, Una puerta que nunca encontré
Si quieres aprender a aplicar color a tus historias, Una puerta que nunca encontré debería de ser de lectura obligada. Está lleno de imágenes como esta: “el verde profundo de las laderas de la montaña se quemó hasta adquirir tonos ocres, espesos y relucientes”. También juega muy bien con los contrastes:
“Viste todos los colores del sol y el puerto que parecía arder, relumbrante y en constante mutación a través de un enjambre de motas, en una iridiscente telaraña de luz y de color que, por un instante, se posó sobre un orgulloso buque blanco.”
Pero bueno, ya sabemos que Thomas Wolfe es artillería pesada.
CÓMO PINTAR UNA ESCENA: COLOR Y LITERATURA
(Parte 2)
"El Pensilvense" No. 11 - marzo 29
de 2022
Ejemplos en otras artes
Pocas veces he visto hablar del color en manuales para escritores, si es que lo he visto alguna vez. Hay un libro, llamado If It’s Purple, Someone’s Gonna Die de Patti Bellantoni, en el que se analizan sesenta películas y el uso que se hace del color en ellas. Yo, que leo y releo todos los libros de arte cinematográfico que caen en mis manos, encontré uno de los mejores ejemplos en el Cabinet of Curiosities de Guillermo del Toro.
Del Toro está obsesionado con el uso del color en sus películas, y estoy seguro de que no es el único, pero es el ejemplo que conozco mejor. Fijaos en El laberinto del fauno, o en Hellboy, en cómo las escenas del mundo real están saturadas de azul y de colores fríos, y las del mundo mágico o especial tienen una cualidad dorada, cálida. Fijaos en cómo esta tonalidad almibarada contamina el mundo real en algunos momentos muy calculados. Otro ejemplo puede ser La novia cadáver, de Tim Burton. En el mundo de los vivos predomina el gris y el azul, con pocos contrastes. En cambio, el mundo de los muertos es todo luz y colores. Así, Burton contrapone la encorsetada y moralista sociedad victoriana con el mundo de alegría y libertad de la otra vida. Y si queréis más, fijaos en David Lynch, y en cómo usa el color como elemento simbólico. Aquí tenéis un buen artículo con ejemplos.
CÓMO PINTAR UNA ESCENA: COLOR Y LITERATURA
(Parte 1)
"El Pensilvense" No. 11 - marzo 29
de 2022
La idea para escribir este artículo surgió mientras leía el blog de Gabriella Campbell, que en una de sus siempre interesantes entradas de «recortes» mencionaba el uso de los colores por parte de Neil Gaiman en su novela American Gods. Éste es el fragmento que le llamó la atención, que transcribo íntegro a partir de la traducción original:
“En una habitación de color rojo oscuro ―las paredes de un tono casi idéntico al del hígado crudo―, hay una mujer alta vestida al estilo de los dibujos animados, con pantalones cortos de seda excesivamente ajustados y una blusa amarilla anudada bajo sus exuberantes pechos. Lleva su negro cabello recogido en un moño en lo alto de la coronilla. A su lado hay un hombre de baja estatura ataviado con una camiseta de color verde oliva y unos caros vaqueros azules. En su mano derecha porta una cartera y un móvil de Nokia con la carcasa roja, blanca y azul.”
Estuve dándole vueltas a este tema durante semanas. Sabía que aquí había algún tipo de enseñanza latente, una de esas técnicas que pocas veces se han puesto por escrito y que quizá nunca se hayan sistematizado. Lo sentía en los huesos, y creo que no me equivocaba.
En este fragmento, Neil Gaiman estaba pintando. Pintando con palabras, vale, pero pintando al fin y al cabo.
¿Por qué es interesante aprovechar el color en las descripciones?
Imagina que hacemos la siguiente prueba. Reunimos a cincuenta escritores, les enseñamos la misma fotografía —una imagen de un almacén abandonado, por ejemplo— y les pedimos que escriban una descripción del lugar. Luego comparamos las cincuenta descripciones. Comprobaremos que no hay dos iguales. Obvio, ¿no?
Vale. Ahora imagina la prueba contraria. Cogemos la descripción de un escritor cualquiera y nos la llevamos a la sala de al lado, donde tenemos a cincuenta lectores esperando. Les leemos la descripción. Cada uno de ellos se hará una imagen mental en la cabeza. No habrá dos imágenes iguales, serán cincuenta almacenes distintos. El lector “tira de archivo”, de recuerdos, de fotografías, de películas, de todo el material visual recopilado a lo largo de su vida.
Todo esto es evidente, pero no siempre nos percatamos de ello. Los escritores tenemos un conjunto de herramientas limitadas pero muy versátiles para transmitir nuestras ideas. La literatura no es un arte visual, sino descriptivo: El novelista escribe palabras y el lector compone con ellas una representación en su cabeza. Para que este proceso funcione el escritor usa la imaginería, “que permite crear una figura mental mediante el uso de palabras o frases que evocan los cinco sentidos y disparan respuestas emocionales.”[1]
Precisamente por esto mismo es interesante aprovechar los colores en las descripciones. Porque al usar un color no solo reducimos la ambigüedad de la descripción (“verde” es “verde” para todo el mundo, más o menos), sino que también podemos ayudar a generar en el lector un estado de ánimo o unas determinadas impresiones de forma subrepticia.
Al fin y al cabo, ¿no es el azul el color de la calma, amarillo el de la alegría y rojo el del peligro? Los pintores saben todas estas cosas, y las aprovechan para transmitir con eficacia su mensaje. ¿no podría emplearlos el escritor del mismo modo, para reforzar ideas, para enfatizar el estado de ánimo del protagonista o para cargar una escena de simbolismo?
Yo creo que sí.
Fuente: [1] http://es.wikipedia.org/wiki/Imaginer%C3%ADa_%28literatura%29
Fuente de la primera imagen: Hopper. http://www.ibiblio.org/wm/paint/auth/hopper/street/hopper.gas.jpg
(Este artículo continúa en el próximo número)
El círculo cromántico de la literatura
"El Pensilvense" No. 9 - marzo 15
de 2022
El color es un elemento fundamental en la literatura. El camino de baldosas amarillas en El mago de Oz, el rojo de la sangre en Drácula, el azul del mar o el blanco fantasmagórico en Moby Dick, el gris de la ceniza en La carretera. En no pocas ocasiones lo encontramos de forma explícito en el título de una novela: El color púrpura de Alice Walker, Belleza negra de Anna Sewell, La pimpinela escarlata de la Baronesa Emmuska Orczy, Ana de las tejas verdes de L.M. Montgomery o Dientes blancos de Zadie Smith. Otras veces está presente de una forma más implícita pero no por ello menos evidente, como en La naranja mecánica, Meridiano de sangre, La uvas de la ira, James y el melocotón gigante o, por qué no, Cincuenta sombras de Grey.
Cada novela tiene su color predominante que la singulariza frente a las demás. ¿Alguna vez te has planteado hasta qué punto existe este color característico en la literatura? Pues bien, el estudio de diseño Dorothy ha conseguido recopilar 300 libros en los que hay una nota de color dominante y los ha colocado en un círculo cromántico donde se pueden observar, en algunos casos puede que de una forma un tanto subjetiva, los distintos matices que distinguen por ejemplo el rojo de La letra escarlata del de Meridiano de sangre.
Esta joya visual está a la venta en forma de cartel con un tamaño de 100 por 70 cm a un precio de 30 libras. Y si te interesan ese tipo de experimentos visuales te recomiendo que le eches un vistazo al trabajo de Jaz Parkinson, que en su proyecto «Firmas de color» tradujo algunos de los libros más conocidos de la literatura a colores.
LOS COLORES EN LA LITERATURA
"El Pensilvense" No. 8 - marzo 8 de 2022
Sofía Robles
El invierno ha llegado para quedarse y con él, la nieve. «Filomena» nos está dejando a su paso un temporal de bajas temperaturas y de su parte no tan buena. Ahora mismo, un manto blanco cubre sitios en donde hacía años que no nevaba.
Los colores, utilizados en la literatura, a menudo tienen un significado simbólico. Los colores denominados cálidos, como por ejemplo el rojo, se asocian con la vida, la pasión o con situación de peligro. El verde es el color asociado con la esperanza, la luz y la naturaleza. El azul es un color frío, es un color que simboliza la tranquilidad. El blanco es el color de la inocencia, y así, cada uno de los colores tienen su significado y provocan un efecto y unas sensaciones diferentes en nosotros.
No hay nada como un chocolate caliente con nubes de caramelo y un buen libro para combatir estos días de frío, lluvia, nieve y tormentas…
La literatura tiene color. Pintamos historias al igual que podemos pintar un cuadro, con cientos de matices diferentes, abarcando una amplia paleta de colores, suaves, brillantes, mates, primarios, secundarios, terciarios…y así hasta tener posibilidades innumerables, hasta que el círculo cromático se amplíe cada vez más.
Pero el lenguaje no solo tiene color, también olor, tacto, sabor; y aquí se despliega el arte en todas sus vertientes: la literatura puede mezclarse con la arquitectura, la escultura, la música, la gastronomía, la aromaterapia, lo corporal, lo intelectual, lo salvaje, lo divino…¿cuántas obras de arte han salido estas uniones? Infinidad de obras. Los géneros literarios, al igual que los libros tienen también sus colores establecidos, aunque esto puede variar de una editorial a otra: el blanco, para la poesía y la narrativa realista; el rosa para la novela romántica; el negro para la novela policíaca; el rojo para el género de terror, el amarillo para el humor…
Y aquí comienza nuestra historia.
«Ocurrió un viernes, como hoy. El sol peleaba por mostrar un poco de su talento y, por momentos, la luz parecía amenazarnos con su intensidad para luego perderse tras una nube negra. Entonces, ocurrió lo que todos estábamos esperando. La lluvia limpió el aire tras veinte largos minutos de espera dentro de aquel lugar. No podíamos salir sin terminar empapados hasta los huesos y, el ambiente empezaba a enrarecerse. Alguien pronunció unas palabras y las miradas comenzaron a volar como cuchillos bien afiliados, dispuestas a herir de muerte si la situación se ponía fea.
¿Acaso era una señal? ¿O alguien allí arriba se lo estaba pasando en grande?
Poco a poco, las nubes se fueron disipando para dejar paso a un sol radiante en un cielo azul, suave y esponjoso. Los ánimos volvieron a relajarse y las miradas se volvieron risueñas y aterciopeladas. ¿Acaso los días son siempre perfectos? Pero después de aquella tormenta algo en mí había cambiado».
Pensándolo bien, ¿por qué hay que elegir un único color?
…Allí donde las palabras cuentan una historia, donde las historias cobran vida.
Fuente: Lenguas de Fuego
EL COLOR DE LA LITERATURA
"El Pensilvense" No. 7 - marzo 1 22 de 2022
OTROS COLORES, PORQUE LOS HAY
En realidad, todos los colores tienen su gran novela. Tenemos, por ejemplo, «La naranja mecánica», de Anthony Burguess o «El color púrpura», de Alice Walker, aunque mucho más significativa es «La nube púrpura», de M. P. Shield, en cuanto al púrpura se refiere. El dorado, además de Lessing, tiene a Ray Bradbury y su «Las doradas manzanas deel sol», auqnue aquí habría que poner a «El asno de oro», de Apuleyo. Hay escritores como John D. Macdonald, que en su serie sobre Travis McGee, bautizó todas sus novelas con un color, de «Adiós en azul» a «Pesadilla en rosa» o «Lamento turquesa».
Sí, todos los colores sirven para la literatura, pero parece claro que en la mayoría de los casos sirven para contradecir su significado simbólico, como si los escritores odiasen los colores de la realidad y quisiesen subvertirlos, pintarlo de nuevo. Tiene su sentido. Como prueba este estudio, sólo hay una excepción, el rojo, así que queda dicho para siempre, el rojo es el color de la literatura.
Fuente: Agencia Efe - La Razón – Barcelona
Creada: 29-04-201
EL COLOR DE LA LITERATURA
"El Pensilvense" No. 7 - marzo 1 22 de 2022
OTROS COLORES, PORQUE LOS HAY
En realidad, todos los colores tienen su gran novela. Tenemos, por ejemplo, «La naranja mecánica», de Anthony Burguess o «El color púrpura», de Alice Walker, aunque mucho más significativa es «La nube púrpura», de M. P. Shield, en cuanto al púrpura se refiere. El dorado, además de Lessing, tiene a Ray Bradbury y su «Las doradas manzanas deel sol», auqnue aquí habría que poner a «El asno de oro», de Apuleyo. Hay escritores como John D. Macdonald, que en su serie sobre Travis McGee, bautizó todas sus novelas con un color, de «Adiós en azul» a «Pesadilla en rosa» o «Lamento turquesa».
Sí, todos los colores sirven para la literatura, pero parece claro que en la mayoría de los casos sirven para contradecir su significado simbólico, como si los escritores odiasen los colores de la realidad y quisiesen subvertirlos, pintarlo de nuevo. Tiene su sentido. Como prueba este estudio, sólo hay una excepción, el rojo, así que queda dicho para siempre, el rojo es el color de la literatura.
Fuente: Agencia Efe - La Razón – Barcelona
Creada: 29-04-201
EL COLOR DE LA LITERATURA
"El Pensilvense" No. 6 - febrero 22 de 2022
EL BLANCO Y EL NEGRO
Si la dialéctica se basa en la contraposición de ideas enfrentadas, ¿se pueden comparar las novelas en blanco con las de negro? Pensemos en «La dama de blanco», de Wilkie Collins o «La guardia blanca», de Mijail Bulgakov; o «El diablo blanco», de John Webster; incluso con «El castillo blanco», de Orhan Pamuk. Si el blanco es la pureza, la paz, la liviandad, el negro tiene que ser todo lo contrario, la noche, el misterio, la impureza, la intranquilidad. Es decir, si dijésemos «La dama de negro», «La guardia negra» o «El diablo negro», tampoco pasaría gran cosa.
Ahora mirémoslo a la inversa. «La negra noche», de Iris Murdoch; «El libro negro», del mismo Pamuk; «El libro negro», de Lawrence Durrel o la genial «Rojo y negro», de Sthendal. En todos ellos, también se podrían sustituir el color por su contrario y no pasaría nada. «La blanca noche», «El libro Blanco» o «Rojo y blanco» significarían lo mismo, es decir, que un contrario no es más que una forma de no aceptar lo que nos muestra un espejo, de protestar, y lo que está quedando claro es que la literatura, si algo es, es una forma estética y sublime de protestar.
Fuente: Agencia Efe - La Razón – Barcelona
Creada: 29-04-201
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(Continúa en el próximo número)
EL COLOR DE LA LITERATURA
Entrega # 4
Verde, color extraño
El verde nos relaciona directamente con la naturaleza, así que en literatura es el color por excelencia de la extrañeza. En realidad, pocas cosas hay menos naturales que los seres humanos, los únicos que se describen a sí mismos y la mayoría de las veces con colores brillantes, vamos, con lo que el verde siempre ha sido un color de contradicción y malestar. Esto se aprecia en libros como «Te quiero verde», de Elaine dundy o «La niña verde», de Herbert Read. El verde es aquí esa función rabiosa de querer desnaturalizar al ser humano, es decir, la protesta contra quientes quieren limitarnos a estímulos simples. No, somos simplemente animales, dicen, y por eso nos intentan colocar el verde para vender naturalidad y sanación. Todo lo contrario, como mostrará Stephen King en la brillante «La milla verde».
Del resto de grandes libros de verde destacan los cuentos de Eudora Welty en «la cortina de verde»; el grito macabro de Arthur Machen en «El rayo verde»; la cordura grotesca de Joyce Carol Oates en «Freaky ojos verdes»; «La casa verde», de mario Vargas Llosa; «la cámara verde», de Martine Desjardins; o «Verde agua, verde cielo», de la maravillosa Mavis Gallant.
Fuente: Agencia Efe - La Razón – Barcelona
Creada: 29-04-201
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(Continúa en el próximo número)
EL COLOR DE LA LITERATURA
Entrega # 3
El amarillo es para protestar
El amarillo está de moda, sin duda, por los omnipresentes lazos en favor de los detenidos por el procés. ¿Qué tiene el amarillo de radical oposición al status quo? En «El papel pintado amarillo», Charlotte Perkins Gilman describió su propia depresión post parto para convertir su drama en un drama universal y convertir el texto en una de las primeras maravillas del feminismo de finales del XIX. El amarillo simboliza, en principio, la brillantez, la alegría, la fertilidad, por lo que aquí Perkins utilizaba el amarillo para ir contra él, contra esa imagen tópica de la mujer de fertilidad y alegría. ¿Entonces el procés protesta en realidad contra la brillantez, la alegría, la fertilidad? No, pero la fuerza de Perkins Gilman fue tan grande que convirtió ella sola un color en sinónimo de protesta.
Esta misma idea se puede ver en novelas como «La profundidad del mar amarillo», de Nic Pizzicatto; la antibelicista «Los pájaros amarillos», de Kevin Powers; «Medio sol amarillo», de Chimamanda Ngozi Adichie o «El misterio del cuarto amarillo», de Gaston Leroux.; o la excepcional «El caballo amarillo. Diario de un terrorista ruso», de Boris Savinkov.
Fuente: Agencia Efe - La Razón – Barcelona
Creada: 29-04-201
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(Continúa en el próximo número)
EL COLOR DE LA LITERATURA
Entrega # 2
El rojo, escarlata y carmesí
He aquí una pregunta épica, ¿qué diferencia el rojo del escarlata? Si se asocia al rojo la pasión, la valentía, la intrepidez, la violencia y la acción, qué ocurre con «La letra escarlata», de Nathaniel Hawthorne, o «Estudio en escarlata», de Arthur Conan Doyle, la primera aparición de Sherlock Hoolmes, o «La pimpinela escarlata», de la baronesa Orczy, incluso «La plaga escarlata», de Jack London. Lo que se consigue es matizar esta primera simbología, que queda subterránea y no tan evidente, por lo que hay en estas novelas una especie de pasión reflexiva.
Si pensamos en «Cosecha Roja», de Dashiell Hammett, o «Dragón rojo», de Thomas Harris, pasando por «La roja insignia del valor», de Stephen Crane, todas brillantes novelas adrenalíticas, que el rojo se saborea, vemos que aquí no tendría sentido bautizar la obra maestra de Hammett como «Cosecha escarlata».
Lo que está claro es que el rojo es un gran color para la literatura. Incluso se podría analizar dentro de estos matices el carmesí, con obras como «Pétalo carmesí, flor blanca», de Michel Faber, «El círculo carmesí», de Edgard Wallace o «El manuscrito carmesí», de Antonio Gala. Aquí el rojo se poetiza y se vuelve un poco aire inaprensible, una contradicción con el significado primario del rojo, lo que convierte a estas novelas en fascinantes oxímoron.
cRÉDITOS:
AGENCIA EFE - LA RAZÓN – BARCELONA
CREADA: 29-04-2018
El rojo, escarlata y carmesí
He aquí una pregunta épica, ¿qué diferencia el rojo del escarlata? Si se asocia al rojo la pasión, la valentía, la intrepidez, la violencia y la acción, qué ocurre con «La letra escarlata», de Nathaniel Hawthorne, o «Estudio en escarlata», de Arthur Conan Doyle, la primera aparición de Sherlock Hoolmes, o «La pimpinela escarlata», de la baronesa Orczy, incluso «La plaga escarlata», de Jack London. Lo que se consigue es matizar esta primera simbología, que queda subterránea y no tan evidente, por lo que hay en estas novelas una especie de pasión reflexiva.
Si pensamos en «Cosecha Roja», de Dashiell Hammett, o «Dragón rojo», de Thomas Harris, pasando por «La roja insignia del valor», de Stephen Crane, todas brillantes novelas adrenalíticas, que el rojo se saborea, vemos que aquí no tendría sentido bautizar la obra maestra de Hammett como «Cosecha escarlata».
Lo que está claro es que el rojo es un gran color para la literatura. Incluso se podría analizar dentro de estos matices el carmesí, con obras como «Pétalo carmesí, flor blanca», de Michel Faber, «El círculo carmesí», de Edgard Wallace o «El manuscrito carmesí», de Antonio Gala. Aquí el rojo se poetiza y se vuelve un poco aire inaprensible, una contradicción con el significado primario del rojo, lo que convierte a estas novelas en fascinantes oxímoron.
Créditos:
AGENCIA EFE - LA RAZÓN – BARCELONA
CREADA: 29-04-2018
El color de la literatura
AGENCIA EFE - LA RAZÓN – BARCELONA
CREADA: 29-04-201
Las palabras son como pequeñas estocadas en los nervios que te hacen variar por completo, una a una, cómo percibes el mundo. Es como caminar y que ha cada paso el paisaje haya variado por completo. Si hablamos de una manzana, es sencillo imaginar una. Ahora bien, si ahora hablo de una manzana verde, al menos un 64 por ciento de los lectores tendrán que cambiar la imagen que habían preconcebido anteriormente. Según un célebre estudio de la Universidad de Sheffield, las manzanas rojas todavía son las que funcionan más como arquetipo.
Si ahora decimos manzana verde buzo, el ejercicio de abstracción es impresionante, puesto que no hay color explícito relacionado con un buzo, pero sí hay humedad, tonos oscuros, cierta rugosidad en los tejidos, que nos hace decantar ese verde original, más cercano al amarillo, a una especie de musgo marronil. ¿Es cierto o no? Pensad otra vez en verde buzo. Ahora estáis intoxicados por la descripción que se ha hecho del color y será difícil imaginarlo de otra forma.
En estos momentos, la manzana ha cambiado tanto que ya parece un ser vivo. Pongámoslo en un ejemplo real. Wilkie Collins se atragantó con una manzana verde buzo y murió de una parálisis cerebral el 23 de septiembre de 1889. Junto al cadáver se encontró a la fatídica manzana. Sólo tenía un mordisco, uno solo. Aterrador, verdad. Aquí viene la mejor parte. Su hija, Harriet Constance, bautizó a su nieto Verde Buzo Limpton Collins. ¿Alguien es capaz de imaginar a aquel niño comiéndose una manzana?
Los colores siempre han sido parte esencial de la literatura, no ya de los poetas, sino de todo tipo de novelistas. Otorgar un color determinado a un objeto lo convierte en instrumento fundamental. Lo personaliza, le otorga una realidad más allá del primer significado y por tanto le da una historia y un interés. Si, además, se carga al color de un aura simbólica, el objeto ya coge tintes míticos y el interés se dobla. No es extraño, por ejemplo, que Doris Lessing escribiese «El cuaderno dorado» y no «El cuaderno». La literatura requiere especificidad para romper los arquetipos.
¿Existe, por tanto, un color que prepondere en la historia de la literatura, que sea más eficaz para romper ese primer significado arquetipo y crear historias, que es lo mismo que crear interés y apego? ¿Qué significan simbólicamente estos colores y cómo se utilizan? En definitiva, ¿qué color es mejor, si lo hay, en la historia de la literatura? He aquí un rápido repaso a algunos títulos míticos de la novela donde el color es importante y después se intentará encontrar con una conclusión.
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(Continúa en el próximo número)